Basándome en el teatro tradicional japonés noh, he creado una marca de té llamada NŌ (Otra manera de denominar a este tipo de teatro). La línea gráfica principal está referenciada en lo más típico de este teatro; las máscaras. En este teatro se identifican una serie de personajes tipo representados con más caras.
El teatro noh tiene un estilo minimalista y tradicional que mezclado con elementos modernos da una imagen curiosa a la marca. La propuesta es que cada una de estas seis variantes de té verde japonés (Sencha, Genmaicha, Hōjicha, Kukicha, Bancha y Matcha-blend) sean uno de estos personajes tipo utilizando la relación de intensidad, sabor y personalidad con las variantes de té.
Juventud Femenina. Su expresión es suave, casi inocente. Esta más cara se relaciona con el Sencha, el té más clásico y equilibrado de Japón. Fresco y vegetal, es la base de la tradición, igual que Ko-Omote lo es en el repertorio del Nō.
Transformación de los celos y el dolor en rabia. Transmite una profunda complejidad emocional. Genmaicha, mezcla de té verde con arroz tostado, representa esa dualidad: calor y amargura, suavidad y crudeza. Un contraste en armonía, como el personaje.
Longevidad, serenidad y buena fortuna. Okina es la máscara del anciano sabio. Su energía espiritual se asocia con el Hōjicha, un té tostado, sin apenas cafeína, de sabor cálido y reconfortante.
Fuerza, tensión y firmeza. Shikami muestra los dientes y frunce el ceño. Kukicha, un té elaborado con tallos y ramas, es también inusual y con carácter. Su sabor es más seco y singular, reflejando la naturaleza cruda y directa de este personaje.
Mujer madura. Cargada de recuerdos y sentimientos profundos. Bancha es un té de hojas más grandes y maduras, menos refinado, pero con una esencia auténtica. Es un té con un sabor más suave pero con peso emocional.
Dualidad emocional. Otobide representa a un joven noble o espíritu masculino. Su rostro sereno y su trasfondo trágico evocan una dualidad emocional. Esta complejidad se refleja en el Matcha-blend, un té refinado y potente, acompaña perfectamente la carga simbólica de Otobide como figura introspectiva y emocionalmente densa.